Con más de 350 años, la Semana Santa mayor de la Ciudad Madre es la más antigua del departamento y una de las más solemnes y bellas de todo el país, según se deduce de la lectura de lo que nos dejaron escrito los viejos historiadores, a través de sus relatos de construcción de templos, la traída de imágenes y vida de personajes, bien parece que los orígenes de tan bellas y fervorosas procesiones de la semana santa se remonta a la mitad del siglo XVII, tiempo en que se fueron organizando paulatinamente a medida que se conformaban piadosas cofradías y se levantaban altares en los templos dedicados a los santos de tantas devociones que iban surgiendo. Esto ocurría principalmente en el nuevo templo parroquial construido en el mismo sitio donde estuvo el primitivo, que fue destruido por un incendio el 21 de agosto de 1656. En aquel momento, la parroquia estaba encabezada por Lorenzo Cortés de Ordaz y por Francisco José de la Serna Palacio; mientras que el gobernador de la provincia era Juan Bueso de Valdés.
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